Abstract:
El tomate (Licopersicon esculentum Mill.) es una planta oriunda de Perú,
México, norte de Chile, y Ecuador; países en donde se encuentran varias formas
silvestres, plantados a libre distribución, desde el nivel del mar hasta los 2000
msnm. En un principio, se sembraba como planta ornamental, pero a partir del
año 1900, fue desarrollada como cultivo y por sus características organolépticas,
para alimentación humana (MONDOÑEDO, 1984, citado por WILCHESROJAS
y ÁLVAREZ-HERRERA, 2008).
Esta hortaliza es considerada de gran importancia en muchos países del mundo,
debido al valor agregado que se le da a la cosecha del fruto. Hasta los años de
1900, la producción de este cultivo fue de 2.74 millones de toneladas, llegándose
a obtener 4 millones de toneladas en el 2002 y entre los países más productores,
se considera a los Estados Unidos en primer lugar con el 40% del total mundial;
seguido de Italia, Turquía, Grecia y China con el restante 60%, entre otros
(MONARDES, 2009).
Ecuador no se escapa de esta importancia, debido al sinfín de subproductos que
se obtienen de su pulpa, mismos que aportan con divisas al país; convirtiéndose
en una oportunidad, para incorporar grandes extensiones de tierra a este cultivo,
incluidas las marginales y aquellas que, actualmente presentan condiciones
climáticas adversas, como es la salinidad (GOYKOVIT-CORTÉS y
SAAVEDRA-DEL REAL, 2007).